25.11.11

∂ Lejos

Una palabra como cualquier otra. Como cerca, bien, mal, oscuro, cerrado, y un largo etcétera. Una palabra simple y absurda. Con su absurdo significado. Una palabra inútil, sin más, una entre muchas, que sin embargo nos ha destrozado. Por completo. Ha destrozado todos y cada uno de nuestros recuerdos. Todas y cada una de nuestras sonrisas. Todos mis sueños, todos tus besos, todas nuestras tardes, nuestros momentos. Eran nuestros y de nadie más, nada ni nadie podría habernos quitado todo aquello. O eso creimos. Y de repente, llegó la estúpida distancia demostrándonos cuan equivocados estábamos. Y nos lo arrebató todo. Nos robó todo lo que era nuestro. Nos robó el tiempo, las tardes, los momentos y las sonrisas.
Jamás me he rendido ante nada, por difícil que pareciera, siempre he luchado por lo que he querido. Pero luchar  contra la maldita distancia es como darse cabezazos contra un muro de hormigón. Insoportable. Tan insoportable como volver la vista atrás y comprobar lo feliz que era antes de aparecer ella. Pero me queda algo que ni ella ni nadie podrá robarme nunca, y esta vez de verdad. Me quedan los recuerdos, mirar atrás y comprobar cuánto te quise. Ver todas y cada una de tus sonrisas. Incluso el recuerdo de tu voz, o el tacto de tu piel. Recordar tu olor, y el roce de tu mano. El sabor de tus besos y el color de tus ojos. Quedará todo guardado bajo llave en mi memoria. Y eso ni la distancia, ni el tiempo, ni nadie podrán arrebatármelo jamás.